Facultades de Medicina de Madrid redactan un decálogo en pro de una enseñanza centrada en el paciente

“Nunca podremos practicar una medicina prioritariamente orientada al paciente, sin que con carácter previo orientemos la enseñanza de la medicina en la misma dirección”. Esta frase precede a los diez puntos del decálogo que han redactado entre varias facultades de Medicina de Madrid para promover una enseñanza basada en la humanización.

Este documento, publicado en el volumen 22 de la revista Educación Médica de Elsevier bajo el título “Declaración complutense. Decálogo de las facultades de medicina de Madrid: en pro de una medicina centrada en el paciente”, pretende impregnar la enseñanza de la medicina de una cultura apropiada, sostenida en un código de principios básicos. “La medicina centrada en el paciente busca comprender y atender a la persona, no solo su enfermedad; esto requiere desarrollar habilidades de comunicación que faciliten la relación clínica basada en la confianza mutua, así como otras competencias para poder hacer partícipe al paciente en la toma de decisiones sobre su salud, sin que esto se entienda como una deriva hacia una medicina de complacencia”, puede leerse.

El texto fue consensuado durante la Sesión Académica Conmemorativa del Centenario de la Muerta de Sir William Osler, celebrada en la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, el 15 de noviembre de 2019. Las facultades de Medicina involucradas pertenecen a ocho universidades: Universidad de Alcalá (UAH), Universidad Alfonso X El Sabio (UAX), Universidad Autónoma de Madrid (UAM), Universidad CEU San Pablo, Universidad Complutense de Madrid (UCM), Universidad Europea de Madrid (UEM), Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y Universidad Rey Juan Carlos (URJC).

Los 10 principios del decálogo

  1. La medicina debe, en primer lugar, regirse por los cuatro pilares básicos de la bioética: no maleficencia, beneficencia, justicia y autonomía.
  2. Para los buenos médicos, la asistencia a sus pacientes ha de ser su primera preocupación y su primer deber; y para ello han de alcanzar competencia profesional.
  3. El auténtico objeto de la medicina es el enfermo, y no tanto la enfermedad. En consecuencia, la enseñanza de la medicina se ha de realizar, de forma prioritaria, al lado del enfermo.
  4. El acto médico, con su vertiente técnica y humana, es el método de trabajo básico para el médico. Por tanto, el encuentro con el enfermo, y el encuentro con el alumno al lado del enfermo, son partes esenciales para introducir al alumno en el universo de una medicina humanizada, y constatar los principios de confianza y mutua satisfacción que deben mantenerse en dicha relación.
  5. Humanizar la enseñanza de la medicina requiere intervención en los planes de estudio, en los programas, y en los centros, a fin de dejar constancia de la dimensión humana de una formación integral. Se debe primar en los planes de estudio y en los centros, la promoción del desarrollo individual de la faceta humanista en algún grado y área.
  6. La enseñanza de la medicina se debe nuclear alrededor del aprendizaje de las competencias clínicas, a fin de garantizar un correcto desempeñoo profesional del futuro médico. Ello implica, obligatoriamente, la predefinición de tales competencias y el conocimiento de las mismas por parte del estudiante y el profe- sor; la planificación, disen˜o y desarrollo de actividades pertinentes para su adquisición; y la evaluación, con técnicas ajustadas al tipo y nivel de competencia, a ser posible mediante una evaluación programática.
  7. Ciertas competencias transversales, no específicas sino genéricas, se pueden encontrar en el currículum oculto; pero otras requieren acciones y programación especí- fica para su adquisición, porque condicionan el éxito profesional, incluso por encima de las competencias específicas. Identificarlas, proponerlas y/o implantarlas constituye un reto esencial para los planes de estudio.
  8. El papel del profesor es insustituible porque aporta sus conocimientos, muestra sus habilidades y transmite valores; si bien la enseñanza no ha de estar centrada en el profesor. Su principal papel en la educación médica es estimular la curiosidad y enseñar a aprender, y servir de ejemplo de integridad y honradez, tanto en el trato con el enfermo como con el resto de profesionales de la salud.
  9. El clima educativo es determinante para alcanzar una enseñanza centrada en el paciente. La atmósfera para la enseñanza y el aprendizaje, así como para las relaciones sociales e interpersonales debe ser la adecuada para promover y facilitar la expresión de los valores huma- nos, tanto de la profesión, como las fortaleza y virtudes del médico como persona, y no solo como profesional.
  10. Al futuro médico, además de las capacidades técnicas y humanas, debe inculcársele la inquietud por observar y hacerse preguntas, así como los conocimientos y habilidades metodológicas que lo capaciten para investigar y liderar los futuros avances en medicina.

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